sábado, 31 de julio de 2010

El bosque de los druidas

Día 144: druidas

Al fin llegamos al bosque preferido por los druidas. Es un bosque bastante pequeño (debe rondar las 3 hectáreas), aunque se nota que es antiguo y que está bien cuidado.

Hubo problemas porque no querían dejar pasar a ninguno de mis compañeros y al final, a pesar de nuestras protestas, se decidió que ni siquiera Careas podría pasar, por ser una maga cálida. Estaba a punto de negarme a entrar yo también cuando Robert dijo que ni se me ocurriera, que no quería que yo acabara matándonos a todos con una runa descontrolada. Sé que exagera (¿o quizás no?) pero finalmente me decidí a entrar, no sin antes decir a los custodios del bosque que no pensaba quedarme a dormir allí. Me miraron de forma extraña y me condujeron al corazón del bosque, donde un grupo de tipos que parecían sacados de los cómics de Asterix y Obelix (y que no se parecían precisamente al druida) me recibió fríamente, diciendo que, por más que yo dijera ser druida no creían que yo lo fuera en realidad, dadas las compañías con las que viajaba. Eso me cabreó bastante, así que cuando me dijeron que hiciera una runa de mi bloque de elementos hice una runa de fuego y mi enfado hizo el resto. Por suerte, había runas protectoras por todas partes, pero la cara de pasmo que pusieron fue tan cómica que se me pasó el cabreo e hice una runa de viento para deshacer los pocos destrozos que había ocasionado. El pasmo se intensificó y me pidieron que me fuera de la sala (si es que a un claro del bosque se le puede llamar sala) para deliberar.

Al rato me volvieron a llamar y me dijeron que yo era un caso poco común, ya que mi bloque de elementos es el éter y éste engloba a todos los demás según el estado de ánimo. A continuación soltó un discurso que parecía sacado de las teorías presocráticas y me dijo que debía esperar hasta que llegara la otra única persona cuyo bloque de elementos era el éter. Tardaría una semana y mientras tanto ellos me enseñarían lo que pudieran e intentarían quitarme los malos hábitos que me haya inculcado Careas.

Cuando me fui a dormir al campamento, antes de poder explicarlo todo, Careas y Alex me comunicaron que se marcharían al día siguiente. No les conté nada y esperé a estar a solas con Robert para contarle lo que había pasado. Robert frunció el ceño y me dijo que debíamos esperar al druida-éter y que era importante que yo aprendiera lo que quiera que me enseñara. El elemento éter (que debe ser la magia) es algo que han debido mantener en secreto los druidas (ya que Careas no me habló de él, y Robert no sabía nada), y por tanto debe ser peligroso. Supongo que, si es la magia, eso explica por qué no se ha manifestado en la Tierra. Allí no hay ni pizca.

sábado, 24 de julio de 2010

los que no vienen al rescate

Día 137: reencuentro

Al fin Robert y yo nos reencontramos con el grupo, que había hecho un campamento permanente en un pequeño bosquecillo en cuanto contacté con Careas. Tal y como supuse, creyeron que los dos estábamos muertos y continuaron su camino en cuanto percibieron señales de los fríos en los alrededores.

Sigo pensando que no es excusa. Robert dice que, en este mundo, cada uno tiene que acarrear las consecuencias de sus decisiones y que, por ello, cuando alguien decide arriesgar su vida y no hay muchas posibilidades de salir vivo del rescate, se le deja atrás. Es una actitud muy poco noble, la verdad, aunque dudo que en este mundo existan las órdenes de caballería y el concepto del honor. Pero, incluso aceptando las costumbres de ese mundo, con eso no se explica el hecho de que Alexander fuera tan cobarde de dejar a Robert (que se sacrificó por él y con el que tiene una relación de amistad desde hace cientos de años) a merced de Melisa. Ante eso, Robert frunció el ceño y dijo que, ciertamente, Alexander es un cobarde, pero que aun así él decidió entregarse para evitar que todos sufriéramos daños y que, si yo fuera un poco más lista, también sería algo cobarde. Después de un rato discutiendo, lo dejamos en tablas y dejamos de pescar (bueno, realmente, con los gritos, no pescamos nada).

Sea por costumbre o por cobardía, lo cierto es que la actitud de Careas y Alexander (no de las bodweanas, que querían unirse al rescate suicida pero no las dejaron) ha ocasionado un distanciamiento entre ellos y nosotros que, mucho me temo, va a ser consecuencia de la ruptura definitiva de un grupo que, vamos a reconocerlo, desde que nos dejaron Prastes y Desmias y esos dos empezaron a jugar a las parejitas no está tan unido como debería. Lo que me unía más a Careas (el intercambio de conocimientos útiles) y se está acabando al no quedarle casi nada que contarme sobre las runas y al percatarnos de que la mayoría de las leyes científicas aplicables a la Tierra no funcionan en este mundo. Ahora nuestros caracteres chocan más que nunca. Alexander, para qué engañarnos, es un poco hipócrita y tampoco es que ahora le interese demasiado volver a la Tierra. Ni Alexander ni Careas se preocupan por nada, y nos dejan a Robert y a mí todas las responsabilidades (y las culpas si nos equivocamos). Con las dos bodweanas no nos llevamos especialmente bien ninguno, ya que aunque nos caen bien son demasiado impulsivas y parecen no darse cuenta de lo que pasa en la realidad, van a su bola. En cualquier caso, nos han comunicado que se aburren bastante con nosotros y que piensan abandonarnos en la próxima ciudad. Miedo me dan, esas dos son capaces de meterse en una de las ciudades completamente controladas por los vampiros.

En fin, que el grupo ya no es un grupo cohesionado, sino tres “parejas” que viajan juntas. Para colmo, la alianza forzosa que Robert y yo hemos hecho con los Fríos ha sentado fatal a Careas (cuya orden de magos está enfrentada a ellos) y a Alexander (que, aunque ahora quiera quedarse aquí, no ha perdonado a los Fríos el hecho de haberle mandado a la fuerza a este mundo), que se han enfadado con nosotros irracionalmente. “Bueno, por lo menos ellos estaban por allí cuando les necesitábamos, y no a dos días de camino”, me limité a decirles. Ahora sólo me hablan cuando es estrictamente necesario.

lunes, 19 de julio de 2010

fotografiando Esmtezlia

boosterblog





Al igual que en escribolee, no me lo tengais en cuenta... tengo que hacer esta entrada para inscribir el blog en la página.

jueves, 24 de diciembre de 2009

felices fiestas


Feliz Navidad a todos, y espero que tengáis un buen año nuevo. Muchas gracias por seguir este blog, soy consciente de que es una auténtica paranoia mental (mucho más que escribolee) y que no siempre resulta fácil... pero ojalá disfrutéis leyéndolo tanto como yo escribiéndolo (y pensar que hubo un tiempo en el que me planteé cargarme a Diana y a todos sus compañeros...).
Voy a intentar actualizarlo de vez en cuando estas fiestas, pero no prometo nada: primero porque el 8 de enero empiezan los exámenes, segundo porque trabajo todos los días (ni en Navidad me libro) y tercero porque en mis días libres tengo compromisos por todas partes. Pero aun así lo intentaré.

NOTA: La ratoncilla, Deborah Libros, es mi nuevo avatar literario (como en los mangas, sí lo sé, es una frikada más que añadir a mi lista), ya la presentaré más adelante en escribolee.

viernes, 6 de febrero de 2009

Nota de la autora: me tomo un respiro

Tengo muchos proyectos en mente y muy poco tiempo para ello, así que, en vista de la gran cantidad de visitas que recibe este blog, he decidido que es la única cosa que puedo descartar sin decepcionar a demasiada gente.

Si eres seguidor del blog, lo siento en el alma. Tenía grandes esperanzas con viajerainterdimensional, pero la cosa no funciona. Así que me voy a tomar un mes sabático (quizás algo más) para poder centrarme en otras cosas y luego, si veo que el número de visitas de este blog ha logrado un nivel razonable en ese tiempo de descanso (pongamos 6 visitas en un mes, que no es mucho pedir, pero me conformo), Diana sobrevivirá a las hadas vampiro. Si no, lo siento por ella, pero se acabó su historia... y su vida.

De todas formas, si te gusta esto, sigo con mi otro blog, escribolee.blogspot.com

viernes, 7 de noviembre de 2008

un problema de los viajes a pie: dolor, dolor

Día 5: ¡ay de mis pobres, pobres pies!

El día ha empezado con enormes agujetas. Y los malos comienzos, chungo. El suelo sigue siendo el último lugar en el que se me ocurriría dormir, y, por desgracia, el único lugar en el que puedo hacerlo. El caso es que el día, encima, amaneció nublado. Vamos, un horror. Pero bueno.
Caminamos a buen ritmo a pesar de mis dolores, y me negué en redondo cuando Alexander se ofreció a llevarme a cuestas. Soy demasiado orgullosa para eso, y, siendo sincera, ya tengo un calentón considerable manteniéndome a una distancia prudencial de mis sexys compañeros de viaje (mejor no hablemos de lo que supondría ir encima de uno). Además, ¿qué se han creído? ¿Qué soy un fardo?

Le he preguntado a Robert dónde aprendió tanto sobre este mundo y él me ha explicado que su ancestro vampiro, el que empezó todo cayéndose a mi adorada Tierra (nunca sabemos lo que tenemos hasta que lo perdemos, y pensar que nos estamos cargando el planeta) creó un libro en que lo contaba todo antes de esconderse de los Fríos y desaparecer del mapa, y que ese libro, más o menos, ha ido rulando de vampiro en vampiro desde entonces. Aunque claro, pocos son los vampiros a los que se les ocurre leerlo o estudiarlo. Le he hecho prometer que me contará más cosas (tras insistir e insistir e insistir).

Alexander, por otro lado, se ha dedicado a darme más datos sobre vampiros. Su velocidad alcanza la de un coche (pero un coche normalito, no un monstruo de esos que pueden ir a velocidades inmensas), pero si hay alguna urgencia, en distancias cortas pueden moverse increíblemente rápido (¿Cuánto? No tiene ni idea, aunque yo tampoco tengo idea de a qué velocidad vamos los humanos). Al parecer, los vampiros duermen, pero no necesitan hacerlo diariamente, y si se les fuerza a ello, pueden aguantar despiertos casi un mes. Con las comidas, aguantan también lo suyo, y siempre depende todo del gasto de energía que realicen (evidentemente, si se ponen a correr a velocidad de coche mucho tiempo, tendrán que comer mucho más que si van por la vida como si fueran humanos).

Como ya llevo tres días aquí, he empezado a acostumbrarme y a divagar mentalmente cuando empiezan esos silencios que se hacen de vez en cuando (por suerte, a ninguno de los tres nos gusta llenar el silencio con frases vacías, banales y sin sentido) y he empezado a plantearme qué es lo que quiero ver en este mundo. Haré una lista de cosas y se la leeré a Robert para ver si es posible hacer algo de turismo mientras viajemos a Esalrtes.

En una de mis divagaciones, me distraje lo suficiente para meter el pie en un charco apestoso y tuve que quitarme las botas y limpiarlas. Como estaban mojadas, Robert, que es muy mañoso, me ha hecho un apaño con hojas y la corteza de un árbol (me daba palo pedirles que fueran caballerosos y me dejaran sus zapatos, no es plan ser tan egoísta, por muy vampiros superresistentes que sean, dado que la culpa ha sido mía) hasta que se secaran y ahora tengo un dolor de pies impresionante.

Alexander me ha dicho hace un rato que llegaremos a Kaiopksuhnm mañana a mediodía. Por un lado me alegro, por otro, no sé. Si es cierto que aquí son tan atrasados, será una ciudad como las medievales. O sea, sin alcantarillado, con muchos malos olores y mierda por todos los lados. Pero sólo de pensar que habrá un lugar con colchón (esperemos) me anima mucho.